«Turn off your mind, relax and float downstream. It is not dying, it is not dying.»
Se hace difícil a estas alturas escribir sobre los Beatles. ¿Qué no se habrá dicho ya sobre el cuarteto de Liverpool? Un grupo que gusta a todos, y a quienes no gust, es porque no conocen su obra. Es un craso error limitar la obra de los Beatles a las archiexplotadas melodías de sus hits. Revolver es un buen comienzo para adentrarse en el profuso mundo musical de los Beatles.
Rubber Soul (The Beatles, 1965) ya era un disco maduro en su conjunto, en el buen sentido de la palabra. Todo el álbum constituía una unidad artística. Pero con Revolver fueron más allá, no querían repetir la fórmula una vez más, querían derribar fronteras sónicas y explorar nuevos métodos compositivos y territorios de sonido. Así, en Revolver se dan cita cuatro músicos en estado de gracia y en la cumbre de su capacidad creativa, sus ansias de experimentar y el coqueteo con las drogas.
El disco comienza con “Taxman”, una contundente pieza rock con toques de funk del George Harrison más participativo hasta ese momento, y una referencia al abusivo impuesto sobre la renta que pagaba la gente con grandes ingresos. Continúa con un Paul McCartney trascendiendo las barreras del pop con la orquestal “Eleanor Rigby” y con un Lennon creando melodías narcóticas en “I’m Only Sleeping”. “Love You Too” constituye la primera inmersión real de George Harrison en la música india, a pesar de que ya había tocado el sítar en “Norwegian Wood”. McCartney sigue dando muestras de su crecimiento como compositor con “Here, There And Everywhere” e introduce el interés por las bandas de música, tan presente en el consecutivo Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band (The Beatles, 1967). Lennon se basa en una conversación lisérgica con Peter Fonda para escribir la espiral y psicodélica “She Said She Said”. Tras visitar el lado oscuro de la psicodelia, McCartney nos irradia optimismo con “Good Day Sunshine”. Lennon toma el relevo y con sus hipnóticas guitarras sienta las bases de la psicodelia con la, se mire por donde se mire, brillante “And Your Bird Can Sing”. Vuelve el McCartney Compositor (con mayúsculas) a enamorarnos con una impecable balada: “For No One”. Siguen las que, probablemente, sean las dos canciones más convencionales del álbum, al menos, en lo musical, pues las letras siguen sin tratar los temas tradicionales del pop. La primera, “Doctor Robert”, trata sobre un doctor (probablemente al doctor Robert Freymann que tenía su farmacia en la 78 East Street en Nueva York) que dispensaba drogas alucinógenas a sus pacientes; la segunda, “I Want To Tell You”, habla sobre la frustración y la incapacidad de expresarse mediante palabras. Para añadir más variedad, si cabe, al álbum, McCartney entrega un soul al más puro estilo Stax Records con “Got To Get You Into My Life”. Cierra el disco la canción más experimental y psicodélica del álbum, “Tomorrow Never Knows” (para mí la mejor canción de The Beatles), comenzando con drones de sitar y en la que el estudio de grabación se convierte en un instrumento más.
Revolver es un disco en el que nada es convencional, ni siquiera la curiosa portada realizada por Klaus Voorman. A partir del mágico año de 1966, en el que verían la luz el Pet Sounds de The Beach Boys, el Blonde On Blonde de Bob Dylan y el Revolver de los Beatles, nada volvería a ser lo mismo.
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